miércoles, 7 de julio de 2010

El martes, embárcate dos veces, que la pena merece

El martes ha sido un día espléndido y agotador. Tanto que me he dormido bocabajo tirada junto al ordenador después de elegir las fotografías para colgarlas en el blog. Estoy intentando que lleven un orden coherente pero si no lo consigo, espero que os hagáis cargo.
Para empezar, lo mejor que se puede hacer es salir tempranísimo del hotel. A las siete de la mañana están las calles, quienes las limpian y los pocos turistas madrugadores así que se pueden hacer fotos a gusto y con menos riesgos de tropezones y atropellos (aunque aquí el personal está muy acostumbrado y lleva bien a los que caminan con el cuello torcido e incluso se les olvida dar un paso o lo dan de más).
Después de un poco de callejeo me subí a la excursión diurna que te da una vuelta por Manhattan en minibuses. Había tres grupos dirigidos por sendos guías identificados por: una banderita americana, un paraguas naranja con el mango de pato como Mary Poppins y otro que llevaba un sable láser de plástico de la guerra de las galaxias. Naturalmente, me tocó el de Mary Poppins y el autobús más viejo de los tres, sin aire acondicionado y que olía a quemado. Tanto que después de que lo dejáramos para subirnos al ferry que te da un paseíto alrededor de Manhattan y la isla de Ellis, al volver ya había muerto. Lo cual fue una buena noticia porque nos llevaron a pie la segunda parte por el distrito financiero y la Zona Cero y fue mucho más agradable e instructivo. Hubo gente que se fue mosqueada y prometió reclamar el dinero pero se perdieron las mejores actuaciones nuestro guía, un “brooklynense” con una incontestable ascendencia judía y que nos usa como conejillos de indias para participar en el club de la comedia, o eso parece.
Lo bueno de las organizadas es que ves lo principal (desde el Rockefeller, el Flatiron, el Empire…) lo malo es que te encuentras la tienda Lego de la quinta avenida y no puedes pararte: sólo fotografiar la manzana gigante hecha de piececitas o lametear el cristal con envidia de los que están dentro mirando.
Cuando acabó el tour, devolvieron a la gente a Times Square en metro pero yo preferí quedarme y dar una vuelta por Chinatown y Little Italy. Eso me dejó el tiempo justo para llegar al hotel, ducharme y subirme al tour de la tarde-noche que fue espléndido con nuestro amigo Lucas de guía. Nos enseñaron la zona cero justo desde el otro lado, nos subieron al ferry de Staten Island desde el que vimos la puesta de sol y, a la vuelta, el encendido de las luces. De ahí al puente de Brooklyn y volvimos a pasar el puente de Manhattan con Frank Sinatra a todo trapo y todo el autobús de españoles cantando el New York, New York y luego Que viva España. Un momento kitsch, lo reconozco, pero hay que tener el corazón de hielo para no sentir la ciudad y la canción de otra manera. Aunque la cosa no supera al ferry del mediodía, cuando la megafonía nos colocó la versión de Withney Houston del himno americano y del God Bless America cuando pasamos por la estatua de la Libertad.
Me gustó tanto el tour que me fui a un cajero automático al pie del Empire para contratar el Contrastes de Nueva York que te lleva por Brooklyn, Harlem y resto de barrios. Lo haré el sábado que dicen que es el mejor día y yo no iba a ir a museos, de todas formas, porque deben de estar llenos.
Esto es un pálido reflejo de todo lo visto este martes, lo mismo que las fotos.
Gracias por estar ahí.

P.D. Las fotos nocturnas están hechas con la Nikon cutre en modo Atardecer, algunas apoyada la cámara en algún muro y otras a pulso. Lo aclaro porque, la verdad, creo que dan el pego estupendamente.

El empire state


La gran manzana de Lego


El famoso Flatiron


Un edificio con forma de iceberg junto al antiguo muelle donde debía llegar el Titanic. Humor negro on the rocks


La imagen clásica


La zona cero de las torres gemelas desde el cementerio de la capilla de san pablo


...y desde el otro lado


Vistas diurnas desde el ferry






Servidora en Strawberry Fields


Edificio Dakota


La estatua al atardecer


Anochecer desde el ferry


Manhattan desde el otro lado del puente de Brooklyn




Y desde el Empire State, aunque las fotos no hacen justicia a las vistas impresionantes








1 comentario:

Ana Clara Roldán dijo...

Preciosas las fotos nocturnas. Parecen postales. Mañana partimos. Ya me encargo yo de lo de Nadal ;). Que sigas comiéndote la Gran Manzana. Bye!