lunes, 5 de julio de 2010

Por un puñado de dólares


Ya estoy en el avión, en ese avión, aunque me han ofrecido 1.000 dólares por no tomar el vuelo y coger otro mañana. 1.000 dólares y alojarme en el hotel Torrequebrada a gastos pagados. Por lo visto habían vendido plazas de más (al parecer es costumbre ya que existe un porcentaje de pasajeros que no aparece en cada vuelo, algo que aquí no ha ocurrido) y estaban intentando liberar asientos. 1.000 dólares da para algunos lujos y he llegado a pensármelo pero, la verdad, a saber cuándo puedo volver a Nueva York y, además, perdería una noche de hotel, las dos excursiones de mañana que tampoco sé si podría conseguir para otro día… No merece la pena, y aquí ando en el Delta, mirando por la ventanilla y aprovechando el tiempo mientras despega.

Resulta curioso cómo el tiempo va a correr al mismo tiempo en el sentido de las agujas del reloj y contra él. Espero no notarlo porque, la verdad, mi idea es pegarme aquí el sueño padre aunque finalmente la almohadilla que me he comprado es un poco ancha y no me permite apoyar bien la barbilla.

Dan la señal de apagar los aparatos electrónicos. Permanezcan en sintonía.

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